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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Capitán, el perro que vive junto a la tumba de su dueño

La fidelidad en los perros es una característica casi indiscutible. Capitán, un mestizo con algo de ovejero, es otro ejemplo extremo de esos que leemos a veces. Hace cinco años vive en el cementerio en el que está enterrado su dueño, en Carlos Paz (Córdoba, Argentina) y puntualmente cada día a las seis de la tarde se recuesta sobre su tumba.

Su historia comenzó a mediados de 2005, cuando el hombre –pese a la reticencia de Verónica, su mujer- llegó con el perro a la casa, como un regalo para su hijo Damián Guzmán, que hoy tiene 13 años. Al año siguiente, el 24 de marzo de 2006, Miguel murió en el hospital. Días después, Capitán también se fue de la casa. Vivió un tiempo en la calle, a metros de allí, hasta que finalmente se le perdió el rastro.

El reencuentro se produjo en forma fortuita, un día que Verónica y Damián habían ido al cementerio. El chico reconoció de inmediato a su mascota. “Comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara”, contó la mujer. Al momento de emprender la vuelta, pese a que lo llamaban, Capitán se quedó allí.

Una semana después, volvieron. El perro seguía ahí. Al irse, algo cambió: los tres regresaron caminando juntos y el perro permaneció en casa con la familia, pero después volvió al cementerio.


Héctor Baccega, director del cementerio de Villa Carlos Paz, recuerda a la perfección el día que conoció a Capitán. “Apareció solo, dando vueltas por todo el cementerio, hasta que llegó, también solo, a la tumba de su dueño. Y eso no es todo: cada día, a las seis de la tarde, va y se acuesta frente a esa tumba. Recorre el cementerio conmigo todos los días, pero cuando llega esa hora se va para el fondo, donde está la tumba de su amo”.

La familia asegura que nunca llevó a Capitán al cementerio, por lo que es un misterio cómo llegó hasta allí. Marta, que vende flores en el lugar, dice que lo vio por primera vez en 2007. Tenía una patita rota. Le dieron antiinflamatorios y lo entablillaron. Nunca se fue. “Se ve que quería mucho a su amo. Va a su casa, pero vuelve. Muchas veces lo quisieron llevar, pero se viene para acá”.

Damián ya se resignó: “Lo quise traer a casa varias veces, pero él se vuelve al cementerio. Si quiere estar ahí me parece bien que se quede: está cuidando a mi papá”.

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